Conduje hasta la Universidad y deje mi auto en el estacionamiento de estudiantes, lo que era una desventaja ya que había que recorrer casi todo el campus porque las aulas estaban del otro lado del mismo, pero también era bueno hacerlo porque así iría familiarizándome más con el lugar, lo que a diferencia del Cole, que los primeros días me perdía fácilmente, en esta ocasión tuve la delicadeza de conservar el mapa que había conseguido el día que hice mi examen de selección, desde que supe que me iba a quedar lo examinaba para irme familiarizándome con el lugar, por lo que ya conocía la ubicación de algunos lugares, aunque no los conocía a la perfección, ya estaba encaminada a mi primera clase, y mientras lo hacía no dejaba de recordar las conversaciones que había tenido con Rodrigo de cómo era estudiar veterinaria, recuerdo claramente, los puntos en los que hizo énfasis: los primeros semestres son teóricos, los de la mitad son más prácticos, y los últimos son prácticamente labor social, y en sus propias palabras “y yo que tu, la sangre es lo menos que te va a preocupar” después de muchas risas de ese comentario, lo que hacía que de hecho tragara saliva.
Mientras recorría el gran jardín que se encontraba justo a la mitad del campus, recordé a la amistad que había hecho durante el examen, a la pequeña Sara, que por alguna extraña razón me recordaba mucho a mí no hace mucho tiempo, recorría los pasillos como si los conociera de toda la vida, y pronto llegué al aula donde correspondía mi primera clase, se suponía que tenía al menos una hora libre cada día a la semana, excepto los viernes que salía temprano, ventajas de haber tenido un buen examen, pude acomodar mi horario a mi beneficio, pero como sabía muy bien, muchas cosas pueden llegar a variar, cuando estaba frente a la puerta, no había nadie, estaba yo sola, aun era temprano, pero ya había la suficiente luz en el lugar por lo que los focos que alumbraban afuera ya no eran necesarios, por lo que se apagaron y no había notado cuando lo hicieron, mire mi reloj, estaba 15 minutos antes de lo esperado, así que me recargue en el barandal que daba hacia el enorme jardín y me puse a contemplar la Universidad desde aquí, tome mis audífonos y me puse a escuchar música.
Transcurrieron varios minutos y un par de canciones en mi reproductor portátil cuando llego compañía, era una compañera nueva, estaba algo dubitativa y hasta cierto punto insegura, volteaba de lado a lado buscando números en las puertas, se detuvo enfrente de la puerta que correspondía al salón donde tomaría clases al menos todo este semestre, el salón 103, estaba bastante preocupada, a lo que enseguida inicie la plática.
Hola, ¿estudias Veterinaria también?- pregunte con cuidado.
Uhmm si, busco el 103, creo que ya lo encontré- me dijo.
Si en serio, eso nos hace compañeras de clase, ¿Cómo te llamas?- pregunte en seguida.
Oh me llamo Sofía ¿y tú?- me preguntó.
Me llamo Mariana, oye un concejo tómatelo con calma, parece que vas a explotar, ¿De dónde vienes?- pregunte para hacer platica.
Pues vengo de aquí cerca estoy rentando, pero en realidad soy de otra ciudad- me contestó, por acento que tenía era bastante factible que estuviera diciendo la verdad.
Ah, que bien, yo también estoy rentando cerca- le dije.
De un momento a otro empezaban a llegar más y más estudiantes, lograba charlar con algunos compañeros más del salón y pronto los pasillos del edificio se abarrotaron, sin embargo ya pasaba más de media hora de la hora en que las clases debían haber iniciado, había olvidado que el primer día te hacían llegar en exceso temprano, para poder permitir a los estudiantes despistados no llegar tarde, había tal ruido en el pasillo, por la exaltación y la emoción de todos los que estábamos ahí presentes, a punto de emprender una nueva aventura, no era raro que los de nuevo ingreso iniciaran sus clases antes, los de los cursos más avanzados lo harían posteriormente, por lo que hoy, solo había caras nuevas, nadie se conocía. Me preguntaba casi en silencio si era exactamente la misma historia en todos los frentes. Un par de compañeros más me dirigieron la palabra sin embargo la conversación no fue distinta a la que había sostenido no hace mucho tiempo con Sofía, y nos vimos interrumpidos cuando, una luz se encendió lejos de donde estábamos, habían abierto un aula, y los estudiantes de otro salón comenzaron a ingresar, de nuevo por el lado opuesto ocurría un evento similar, mis compañeros al igual que yo reaccionaban como suricatos de la sábana africana cuando descubren un nuevo peligro, todos estaban en exceso alertas, un profesor paso esquivando a estudiantes justo a lado de mi, pensé por un minuto que podría tratarse de mi nuevo profesor, me recordaba en gran medida a mi antiguo profesor de Conceptos Generales de la Biología de mi antiguo Cole, alguien a quien afectuosamente recordaba con el apodo del Huevo, y la razón era más que obvia, una reluciente calva adornaba sus respectivos techos, pero el hombre pasó de largo, y abrió con dificultad el aula contigua.
Sofía se acerco para reprocharme – ¿Que planean dejarnos aquí afuera?, ya casi todos han iniciado clases.
Reí y comente con ella- Oye tranquila, guarda ese entusiasmo de seguir en clases para el final del semestre.
Si verdad- me dijo ella – Estoy estresada, mal plan.
Ah guarda tu estrés, tu deseo está a punto de hacerse realidad- le decía mientras un hombre de gran estatura, llegaba tranquilamente, con un café en mano, para abrir el aula, como había mucha gente ya lista para ingresar, no lo pude apreciar bien, pero en cuanto abrió la puerta, mis nuevos compañeros de clase se encaminaban, ávidos de conocimiento y de un lugar decente al interior del salón, atrapada en medio, cedí el lugar a Sofía, entro y volteo a verme, aparentemente quería sentarse junto a mí, así que me encamine a los lugares que estaban adelante en la orilla más alejada del profesor, en mi caso ese es el mejor lugar donde uno puede tomar clases, cerca de la pizarra, lejos del profesor, y donde puedes observar al resto de la clase con solo girar un poco el cuerpo, y sin que nadie lo sospeche, señale esos lugares, y tome el segundo de adelante hacia atrás, mi acompañante tomo el primero, quizá un poco desangelada.
El profesor no había ingresado, pero ya todos mis compañeros ya lo habían hecho, los últimos en hacerlo ocuparon los peores lugares que serían los de adelante en medio, el profesor aun en la entrada, tomo un largo trago a su café e ingreso inmediatamente al aula, efectivamente se trataba de un hombre alto, entre los treinta y cuarenta años de edad, cabello crespo y corto, nariz aguileña bastante grande, como la mayoría de esas narices, ojos pequeños ocultos detrás de unas gafas cuadradas, que daban apariencia de ser muy inteligente, caminaba muy erguido y seguro de sí mismo, tanto que rayaba en la exageración, vestía un traje sastre confeccionado a la medida, una camisa blanca y una corbata roja y una gabardina elegante, lo que encajaba perfecto con el cliché del profesor de Universidad con un currículo que llegaba hasta Neptuno, lo que en cierta forma era bueno, la desventaja que uno corre cuando esta bajo el yugo de este tipo de profesores es que a veces esperan milagros de sus estudiantes, por lo que sobrevivir con el no iba a ser cosa fácil.
No dijo nada, se quito la gabardina y la dejo en el asiento del escritorio, cerró la puerta e inmediatamente comenzó a escribir en el pizarrón, todos observaban atentamente, había pocos comentarios dentro del aula, se volteo, y dijo -Ya habrá tiempo de conocernos soy el Dr. Armando Salvatierra y a diferencia de muchos de los profesores que tendrán, yo si tengo un doctorado, bueno ahora a lo importante- inmediatamente comenzó a desglosar el método de evaluación, el programa, las modificaciones que iba a ser al mismo, y las reglas del juego, en resumen, no iba a ser un lecho de rosas, salimos de esa clase con tarea y lectura para el día siguiente, y honestamente no esperaba menos, salí con una sonrisa en el rostro de esa clase.
¿Por qué tan contenta? – pregunto Sofía.
¿Y por qué no?- le respondí dibujando la sonrisa aun más, a pesar de lo pesado que sonaba, la verdad lo veía muy interesante, aprender del Dr. Salvatierra iba a ser una experiencia que sabía valía mucho la pena, y más el esfuerzo, quizá la calificación no importaba tanto en ese sentido, pero también era importante.
La segunda clase comenzaba una hora después de la primera, y para ello tenía que llegar a los laboratorios, ya que mi clase era de “Introducción a la Investigación”, mi profesor era uno botijón y agradable, de bigote y canas rayaba ya los 50 años de edad, proyecto en diapositivas su presentación y su curso, ocupábamos lugares como en los que había en las secundarias, solo que había tarjas especiales en las orillas, y casi todos mis compañeros eran diferentes con respecto a los de mi primera clase, casi como en el cole, esta segunda clase transcurrió rápidamente, y no dejo tarea, ya que dijo que tendría una sorpresa para la siguiente, por lo que salí temprano de la misma, y era bueno porque ya tenía cosas que hacer, así que me encamine a mi depa, cuanto antes, ya era medio día y ciertamente tenía hambre, así que pase por las islas de comida, para comprar algo antes de llegar a casa y preparar algo delicioso para comer, tardaron un poco, para darme lo que quería pero mientras disfrutaba de mi fritura y mi refresco, contemplaba la tranquilidad del lugar, y ya todo lo que me esperaba dentro de ella, no podía creer que el sueño se estaba volviendo realidad, simplemente no era posible, no de hecho era real, y tenía que creérmela cuanto antes.
Subí a mi auto, y conduje a casa, ya estaba subiendo las escaleras de mi departamento y buscando las llaves, cuando alguien cuya voz era familiar, hablo conmigo.
Eres Mariana ¿Cierto?- dijo esa voz, que sabía había escuchado antes.
Me voltee para identificarla, era Sara, quien me observaba me le quede observando y dije – Ah sí, recordaste mi nombre, ¿como estas Sara, qué tal tu primer día?
Se mostraba dubitativa y nerviosa – Ah, excelentemente bien creo, eh, es que te quería preguntar algo, y bueno pues no sé si…
¿Vives aquí?- le pregunté.
Si justamente arriba, no podía creer que fueras tú, y quería pedirte un favor- me dijo
Claro, que se te ofrece – le dije
Bueno es que te vistes tan bien que, no sé, tal vez… no la deje terminar
Te gustaría pedirme que te ayudara a cambiar de imagen no es así- ella ilumino sus ojos.
Claro puedes venir más tarde, es que tengo algunos deberes y supongo que tu también, pero ya veremos que se puede hacer- le dije con una sonrisa en el rostro.
Gracias, Mariana, uh, entonces hasta el rato. Me dijo y subió brincando las escaleras- estaba muy emocionada.
Era extraño, pero la vida da mil vueltas, y Sara era tan parecida a mí, que simplemente no podía negarle la ayuda, realmente mi vida estaba apenas comenzando, mi historia se estaba reescribiendo, el calor en mi pecho reapareció y me había dado cuenta que apenas empezaba a existir.
Fin
Mientras recorría el gran jardín que se encontraba justo a la mitad del campus, recordé a la amistad que había hecho durante el examen, a la pequeña Sara, que por alguna extraña razón me recordaba mucho a mí no hace mucho tiempo, recorría los pasillos como si los conociera de toda la vida, y pronto llegué al aula donde correspondía mi primera clase, se suponía que tenía al menos una hora libre cada día a la semana, excepto los viernes que salía temprano, ventajas de haber tenido un buen examen, pude acomodar mi horario a mi beneficio, pero como sabía muy bien, muchas cosas pueden llegar a variar, cuando estaba frente a la puerta, no había nadie, estaba yo sola, aun era temprano, pero ya había la suficiente luz en el lugar por lo que los focos que alumbraban afuera ya no eran necesarios, por lo que se apagaron y no había notado cuando lo hicieron, mire mi reloj, estaba 15 minutos antes de lo esperado, así que me recargue en el barandal que daba hacia el enorme jardín y me puse a contemplar la Universidad desde aquí, tome mis audífonos y me puse a escuchar música.
Transcurrieron varios minutos y un par de canciones en mi reproductor portátil cuando llego compañía, era una compañera nueva, estaba algo dubitativa y hasta cierto punto insegura, volteaba de lado a lado buscando números en las puertas, se detuvo enfrente de la puerta que correspondía al salón donde tomaría clases al menos todo este semestre, el salón 103, estaba bastante preocupada, a lo que enseguida inicie la plática.
Hola, ¿estudias Veterinaria también?- pregunte con cuidado.
Uhmm si, busco el 103, creo que ya lo encontré- me dijo.
Si en serio, eso nos hace compañeras de clase, ¿Cómo te llamas?- pregunte en seguida.
Oh me llamo Sofía ¿y tú?- me preguntó.
Me llamo Mariana, oye un concejo tómatelo con calma, parece que vas a explotar, ¿De dónde vienes?- pregunte para hacer platica.
Pues vengo de aquí cerca estoy rentando, pero en realidad soy de otra ciudad- me contestó, por acento que tenía era bastante factible que estuviera diciendo la verdad.
Ah, que bien, yo también estoy rentando cerca- le dije.
De un momento a otro empezaban a llegar más y más estudiantes, lograba charlar con algunos compañeros más del salón y pronto los pasillos del edificio se abarrotaron, sin embargo ya pasaba más de media hora de la hora en que las clases debían haber iniciado, había olvidado que el primer día te hacían llegar en exceso temprano, para poder permitir a los estudiantes despistados no llegar tarde, había tal ruido en el pasillo, por la exaltación y la emoción de todos los que estábamos ahí presentes, a punto de emprender una nueva aventura, no era raro que los de nuevo ingreso iniciaran sus clases antes, los de los cursos más avanzados lo harían posteriormente, por lo que hoy, solo había caras nuevas, nadie se conocía. Me preguntaba casi en silencio si era exactamente la misma historia en todos los frentes. Un par de compañeros más me dirigieron la palabra sin embargo la conversación no fue distinta a la que había sostenido no hace mucho tiempo con Sofía, y nos vimos interrumpidos cuando, una luz se encendió lejos de donde estábamos, habían abierto un aula, y los estudiantes de otro salón comenzaron a ingresar, de nuevo por el lado opuesto ocurría un evento similar, mis compañeros al igual que yo reaccionaban como suricatos de la sábana africana cuando descubren un nuevo peligro, todos estaban en exceso alertas, un profesor paso esquivando a estudiantes justo a lado de mi, pensé por un minuto que podría tratarse de mi nuevo profesor, me recordaba en gran medida a mi antiguo profesor de Conceptos Generales de la Biología de mi antiguo Cole, alguien a quien afectuosamente recordaba con el apodo del Huevo, y la razón era más que obvia, una reluciente calva adornaba sus respectivos techos, pero el hombre pasó de largo, y abrió con dificultad el aula contigua.
Sofía se acerco para reprocharme – ¿Que planean dejarnos aquí afuera?, ya casi todos han iniciado clases.
Reí y comente con ella- Oye tranquila, guarda ese entusiasmo de seguir en clases para el final del semestre.
Si verdad- me dijo ella – Estoy estresada, mal plan.
Ah guarda tu estrés, tu deseo está a punto de hacerse realidad- le decía mientras un hombre de gran estatura, llegaba tranquilamente, con un café en mano, para abrir el aula, como había mucha gente ya lista para ingresar, no lo pude apreciar bien, pero en cuanto abrió la puerta, mis nuevos compañeros de clase se encaminaban, ávidos de conocimiento y de un lugar decente al interior del salón, atrapada en medio, cedí el lugar a Sofía, entro y volteo a verme, aparentemente quería sentarse junto a mí, así que me encamine a los lugares que estaban adelante en la orilla más alejada del profesor, en mi caso ese es el mejor lugar donde uno puede tomar clases, cerca de la pizarra, lejos del profesor, y donde puedes observar al resto de la clase con solo girar un poco el cuerpo, y sin que nadie lo sospeche, señale esos lugares, y tome el segundo de adelante hacia atrás, mi acompañante tomo el primero, quizá un poco desangelada.
El profesor no había ingresado, pero ya todos mis compañeros ya lo habían hecho, los últimos en hacerlo ocuparon los peores lugares que serían los de adelante en medio, el profesor aun en la entrada, tomo un largo trago a su café e ingreso inmediatamente al aula, efectivamente se trataba de un hombre alto, entre los treinta y cuarenta años de edad, cabello crespo y corto, nariz aguileña bastante grande, como la mayoría de esas narices, ojos pequeños ocultos detrás de unas gafas cuadradas, que daban apariencia de ser muy inteligente, caminaba muy erguido y seguro de sí mismo, tanto que rayaba en la exageración, vestía un traje sastre confeccionado a la medida, una camisa blanca y una corbata roja y una gabardina elegante, lo que encajaba perfecto con el cliché del profesor de Universidad con un currículo que llegaba hasta Neptuno, lo que en cierta forma era bueno, la desventaja que uno corre cuando esta bajo el yugo de este tipo de profesores es que a veces esperan milagros de sus estudiantes, por lo que sobrevivir con el no iba a ser cosa fácil.
No dijo nada, se quito la gabardina y la dejo en el asiento del escritorio, cerró la puerta e inmediatamente comenzó a escribir en el pizarrón, todos observaban atentamente, había pocos comentarios dentro del aula, se volteo, y dijo -Ya habrá tiempo de conocernos soy el Dr. Armando Salvatierra y a diferencia de muchos de los profesores que tendrán, yo si tengo un doctorado, bueno ahora a lo importante- inmediatamente comenzó a desglosar el método de evaluación, el programa, las modificaciones que iba a ser al mismo, y las reglas del juego, en resumen, no iba a ser un lecho de rosas, salimos de esa clase con tarea y lectura para el día siguiente, y honestamente no esperaba menos, salí con una sonrisa en el rostro de esa clase.
¿Por qué tan contenta? – pregunto Sofía.
¿Y por qué no?- le respondí dibujando la sonrisa aun más, a pesar de lo pesado que sonaba, la verdad lo veía muy interesante, aprender del Dr. Salvatierra iba a ser una experiencia que sabía valía mucho la pena, y más el esfuerzo, quizá la calificación no importaba tanto en ese sentido, pero también era importante.
La segunda clase comenzaba una hora después de la primera, y para ello tenía que llegar a los laboratorios, ya que mi clase era de “Introducción a la Investigación”, mi profesor era uno botijón y agradable, de bigote y canas rayaba ya los 50 años de edad, proyecto en diapositivas su presentación y su curso, ocupábamos lugares como en los que había en las secundarias, solo que había tarjas especiales en las orillas, y casi todos mis compañeros eran diferentes con respecto a los de mi primera clase, casi como en el cole, esta segunda clase transcurrió rápidamente, y no dejo tarea, ya que dijo que tendría una sorpresa para la siguiente, por lo que salí temprano de la misma, y era bueno porque ya tenía cosas que hacer, así que me encamine a mi depa, cuanto antes, ya era medio día y ciertamente tenía hambre, así que pase por las islas de comida, para comprar algo antes de llegar a casa y preparar algo delicioso para comer, tardaron un poco, para darme lo que quería pero mientras disfrutaba de mi fritura y mi refresco, contemplaba la tranquilidad del lugar, y ya todo lo que me esperaba dentro de ella, no podía creer que el sueño se estaba volviendo realidad, simplemente no era posible, no de hecho era real, y tenía que creérmela cuanto antes.
Subí a mi auto, y conduje a casa, ya estaba subiendo las escaleras de mi departamento y buscando las llaves, cuando alguien cuya voz era familiar, hablo conmigo.
Eres Mariana ¿Cierto?- dijo esa voz, que sabía había escuchado antes.
Me voltee para identificarla, era Sara, quien me observaba me le quede observando y dije – Ah sí, recordaste mi nombre, ¿como estas Sara, qué tal tu primer día?
Se mostraba dubitativa y nerviosa – Ah, excelentemente bien creo, eh, es que te quería preguntar algo, y bueno pues no sé si…
¿Vives aquí?- le pregunté.
Si justamente arriba, no podía creer que fueras tú, y quería pedirte un favor- me dijo
Claro, que se te ofrece – le dije
Bueno es que te vistes tan bien que, no sé, tal vez… no la deje terminar
Te gustaría pedirme que te ayudara a cambiar de imagen no es así- ella ilumino sus ojos.
Claro puedes venir más tarde, es que tengo algunos deberes y supongo que tu también, pero ya veremos que se puede hacer- le dije con una sonrisa en el rostro.
Gracias, Mariana, uh, entonces hasta el rato. Me dijo y subió brincando las escaleras- estaba muy emocionada.
Era extraño, pero la vida da mil vueltas, y Sara era tan parecida a mí, que simplemente no podía negarle la ayuda, realmente mi vida estaba apenas comenzando, mi historia se estaba reescribiendo, el calor en mi pecho reapareció y me había dado cuenta que apenas empezaba a existir.
Fin
1 comment:
Te dije que no la terminaras!!! estoy llorandoo, y si no llegas, te juro que ya estaría berreando!! Me gustó el finaaal!!! terminó como que muy de golpe, pero me gustó mucho de vdd!, que bueno que te dedicaste a escribirla y felicidades de verdad que te tomaste tiempo para terminarla, sé que no es fácil y más aún estudiando medicina, pero de vdd, que me encantó El Erizo, y la música, bueno, cada que la escucho me recuerda a Mariana y justo cuando termino de leer la musica va diciendo "I keep growing" excelente mezcla de todo. Me hiciste recordar millones de anécdotas y experiencias que vivi, y sabes, crecí a la par de Mariana, ella vivía algo y yo tmb, y no pq yo estuviera tratando de igualar mi vida con la de ella, si no que las cosas se van dando y siempre terminarás donde tienes que estar. a lo que me lleva a decir "Don't stop believing" porque las cosas se dan en su justo y exacto lugar.
De nuevo, muchas felicidades!!
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