Los días transcurrieron rápidamente y estos se transformaron en semanas y estas en meses, todo se acoplaba al ritmo de mi vertiginosa vida a la que nunca supe si pude adaptarme, y así el semestre en mi escuela estaba en sus días de agonía; los resultados no lucían tan alentadores, pero aun tenía que pensar en estudiar para los exámenes finales, y eso ya implicaba dificultades, era una semana dura la que se avecinaba, y era absurdo pensar que en este solo fin de semana iba a retener la bestial cantidad de información con la que nos abrumaron a lo largo del curso, de hecho esta era la primera vez que no visite a mi vecina y mejor amiga Viridiana ni ella a mí, e incluso evite usar el teléfono y el Internet para comunicarme con Rodrigo que se había convertido en una especie de amigo o novio, en realidad no sabría definir qué es lo que tengo con él, pero esta semana no estaba para pensar en esas cosas tenía que descansar porque ya no podía retener más información en mi cerebro, cada neurona saturada y eso lastimaba ya mi cabeza. Así que decidí dejarlo por la paz hasta este punto y cenar algo ligero, las sesiones de ejercicio brutal y las extrañas dietas que seguía desde hace tiempo con rigor casi militar no ayudaban ni hacían justicia, de ninguna manera podrían considerarse ideas mías de hecho a la que siempre se le adjudican es a Viridiana, pero al menos era bueno saber que las dos estábamos en la misma actividad era algo que hacíamos dos veces a la semana después de que batalló mucho para convencerme al principio. De solo pensarlo me dolían los grupos musculares que entrenaban pero esta semana iban a descansar para dejar a mi habilidad académica el resto.
Me dirigí al refrigerador, rebosando de alimento de nuevo, era domingo y las compras habían sido realizadas, lo gracioso es que el alimento que abundaba en mi refrigerador eran verduras y frutas, lo que era raro tomando en cuenta de que ya podía elegir mi comida a gusto y contrastaba con el refrigerador de otra de mis amigas Chayo, ese era un refrigerador normal me decía a mí misma, ya que contenía principalmente embutidos, carnes y alimentos enlatados, hace un tiempo pensé dejar mi refrigerador igual, pero por este nuevo estilo de vida la idea en si cambio y ahora abundaban las ensaladas en la dieta, y de vez en cuando los carbohidratos, las grasas estaban totalmente descartadas, aunque me daba mis lujos muy de vez en cuando. Hoy en particular no tenía tantas ganas de cenar pero moría de hambre.
Justo al terminar de cenar, comenzó a sonar mi teléfono, era hora de la llamada de mi madre, y eso no era gran sorpresa, me dirigí sin prisa a él para contestar, - Bueno- dije entre un gran bostezo.
Hola hija, ¿hablo en mal momento?- Efectivamente era mi madre.
No para nada mamá, solo estoy ya un poco cansada, me la he pasado todo el fin de semana con la nariz entre los libros – le dije, casi sin ánimo.
Hay hija, pero los libros son para leer, no para poner la nariz entre ellos- Me dijo en su típico humor, usualmente mi madre hacía esto cuando estaba aburrida o se sentía muy cómoda, y eso último era poco frecuente últimamente.
Jajaja- Dije – Pues parece que las cosas están tranquilas por allá ¿no es así?- Inquirí en seguida para comprobar mi teoría.
Pues sí, todo bastante tranquilo, y unos días más y regresas a casa, hay sorpresas esperándote en casa- dijo con mucha felicidad.
No puedo esperar a ver que trataran, pero tengo una semana pesada, así que mejor dejémoslo en sorpresa, cuanto menos tenga circulándome en la cabeza mejor— dije, y un bostezo escapo en la última “o” de mi mejor.
Si hija nos vemos en unos días, da lo mejor de ti contamos contigo, sabes tu papa me ha estado insistiendo en una cosa pero no creo apropiado decírtelo- Sonaba preocupada.
¿Qué es mamá?, sácalo – No le hacía bien quedarse con las cosas dentro y eso lo sabía muy bien porque ese habito lo teníamos las dos, cuando nos dábamos cuenta de ello siempre presionamos a la otra para que lo saque, en eso se basaba mi relación con mi madre.
Pues quería que te preguntara, si vas a poder conservar la beca, este semestre, ya ves que cambiaron los requisitos - Lo que paso después de eso me es poco claro, sentí como si un avión se hubiera estrellado a toda velocidad dentro de mí, y esto no era nada bueno, en ningún momento pensé en la beca, y lo cierto es que mis calificaciones actuales si bien no eran nada despreciables tampoco eran dignas de una beca, rayos y la otra razón era que si no podía mantener la beca un semestre mis ahorros serían un respaldo para el siguiente, pero también me había olvidado de eso, esto no pintaba bien.
¿Hija estas ahí? – pregunto mi mamá.
Si mamá, no te preocupes tengo todo bajo control – La ironía de la vida debía estar burlándose de mí en estos momentos, la verdad no tenía idea de cómo iba a resultar todo esto, había estudiado como si no hubiera un mañana todas estas horas, y por si no fuera poco ahora tenía que lidiar con esto que mala suerte – Oye mamá aun tengo mucho que estudiar nos vemos en unos días ok.
Muy bien hija mucha suerte, besos- y colgó.
El mundo dio dos vueltas y media antes de detenerse completamente, estaba mareada y abrumada, si estaba estresada antes de que llamara mi mama ahora sí que estaba mucho más allá de el estrés, en un punto entre el ataque de pánico y otro poco más cerca de la locura, tome aire y suspire – ¿Y ahora qué hago?
Salí de mi departamento y la busque, casi sin pensar involuntariamente, toque su puerta y enseguida abrió, ya estaba lista para dormir, me recibió con su típica cordialidad y calidez, esa parte esencial de mi vida, de la que difícilmente podría desprenderme ahora, somos casi la misma cosa una sin la otra.
¿Qué paso? Aun tengo cosas que estudiar – Me dijo un poco preocupada.
Es mucho, solo requiero un minuto – Le dije con los ojos a punto de desbordar lagrimas que ya empezaban a acumularse.
¿Qué sucede estas bien? – Me dijo aún más preocupada.
Es que siento que el mundo se me viene encima, creo que voy a perder mi beca- le dije y la angustia en mi voz me hacia hasta temblar.
Ay, No nena no digas esas cosas- dijo enseguida mientras me lanzaba sus brazos para tratar de tranquilizarme.
En ese momento rompí en llanto ella solo acaricio mi espalda gentilmente mientras me dirigía al sillón para poder sentarme, llore unos segundos o tal vez unos pocos minutos hasta que lentamente iba recobrando un poco la serenidad.
Viridiana observaba pasiva, analítica, pensando en las palabras apropiadas para abordar el tema sin que yo rompiera en llanto de nuevo, eso era una tarea muy complicada, y justo cuando encontraba las palabras adecuadas ella se arrepentía e iniciaba el proceso de nuevo, hasta que finalmente se decidió a hablar.
Me dirigí al refrigerador, rebosando de alimento de nuevo, era domingo y las compras habían sido realizadas, lo gracioso es que el alimento que abundaba en mi refrigerador eran verduras y frutas, lo que era raro tomando en cuenta de que ya podía elegir mi comida a gusto y contrastaba con el refrigerador de otra de mis amigas Chayo, ese era un refrigerador normal me decía a mí misma, ya que contenía principalmente embutidos, carnes y alimentos enlatados, hace un tiempo pensé dejar mi refrigerador igual, pero por este nuevo estilo de vida la idea en si cambio y ahora abundaban las ensaladas en la dieta, y de vez en cuando los carbohidratos, las grasas estaban totalmente descartadas, aunque me daba mis lujos muy de vez en cuando. Hoy en particular no tenía tantas ganas de cenar pero moría de hambre.
Justo al terminar de cenar, comenzó a sonar mi teléfono, era hora de la llamada de mi madre, y eso no era gran sorpresa, me dirigí sin prisa a él para contestar, - Bueno- dije entre un gran bostezo.
Hola hija, ¿hablo en mal momento?- Efectivamente era mi madre.
No para nada mamá, solo estoy ya un poco cansada, me la he pasado todo el fin de semana con la nariz entre los libros – le dije, casi sin ánimo.
Hay hija, pero los libros son para leer, no para poner la nariz entre ellos- Me dijo en su típico humor, usualmente mi madre hacía esto cuando estaba aburrida o se sentía muy cómoda, y eso último era poco frecuente últimamente.
Jajaja- Dije – Pues parece que las cosas están tranquilas por allá ¿no es así?- Inquirí en seguida para comprobar mi teoría.
Pues sí, todo bastante tranquilo, y unos días más y regresas a casa, hay sorpresas esperándote en casa- dijo con mucha felicidad.
No puedo esperar a ver que trataran, pero tengo una semana pesada, así que mejor dejémoslo en sorpresa, cuanto menos tenga circulándome en la cabeza mejor— dije, y un bostezo escapo en la última “o” de mi mejor.
Si hija nos vemos en unos días, da lo mejor de ti contamos contigo, sabes tu papa me ha estado insistiendo en una cosa pero no creo apropiado decírtelo- Sonaba preocupada.
¿Qué es mamá?, sácalo – No le hacía bien quedarse con las cosas dentro y eso lo sabía muy bien porque ese habito lo teníamos las dos, cuando nos dábamos cuenta de ello siempre presionamos a la otra para que lo saque, en eso se basaba mi relación con mi madre.
Pues quería que te preguntara, si vas a poder conservar la beca, este semestre, ya ves que cambiaron los requisitos - Lo que paso después de eso me es poco claro, sentí como si un avión se hubiera estrellado a toda velocidad dentro de mí, y esto no era nada bueno, en ningún momento pensé en la beca, y lo cierto es que mis calificaciones actuales si bien no eran nada despreciables tampoco eran dignas de una beca, rayos y la otra razón era que si no podía mantener la beca un semestre mis ahorros serían un respaldo para el siguiente, pero también me había olvidado de eso, esto no pintaba bien.
¿Hija estas ahí? – pregunto mi mamá.
Si mamá, no te preocupes tengo todo bajo control – La ironía de la vida debía estar burlándose de mí en estos momentos, la verdad no tenía idea de cómo iba a resultar todo esto, había estudiado como si no hubiera un mañana todas estas horas, y por si no fuera poco ahora tenía que lidiar con esto que mala suerte – Oye mamá aun tengo mucho que estudiar nos vemos en unos días ok.
Muy bien hija mucha suerte, besos- y colgó.
El mundo dio dos vueltas y media antes de detenerse completamente, estaba mareada y abrumada, si estaba estresada antes de que llamara mi mama ahora sí que estaba mucho más allá de el estrés, en un punto entre el ataque de pánico y otro poco más cerca de la locura, tome aire y suspire – ¿Y ahora qué hago?
Salí de mi departamento y la busque, casi sin pensar involuntariamente, toque su puerta y enseguida abrió, ya estaba lista para dormir, me recibió con su típica cordialidad y calidez, esa parte esencial de mi vida, de la que difícilmente podría desprenderme ahora, somos casi la misma cosa una sin la otra.
¿Qué paso? Aun tengo cosas que estudiar – Me dijo un poco preocupada.
Es mucho, solo requiero un minuto – Le dije con los ojos a punto de desbordar lagrimas que ya empezaban a acumularse.
¿Qué sucede estas bien? – Me dijo aún más preocupada.
Es que siento que el mundo se me viene encima, creo que voy a perder mi beca- le dije y la angustia en mi voz me hacia hasta temblar.
Ay, No nena no digas esas cosas- dijo enseguida mientras me lanzaba sus brazos para tratar de tranquilizarme.
En ese momento rompí en llanto ella solo acaricio mi espalda gentilmente mientras me dirigía al sillón para poder sentarme, llore unos segundos o tal vez unos pocos minutos hasta que lentamente iba recobrando un poco la serenidad.
Viridiana observaba pasiva, analítica, pensando en las palabras apropiadas para abordar el tema sin que yo rompiera en llanto de nuevo, eso era una tarea muy complicada, y justo cuando encontraba las palabras adecuadas ella se arrepentía e iniciaba el proceso de nuevo, hasta que finalmente se decidió a hablar.